INTRODUCCIÓN

He decidido contar mi historia en un blog para dejar constancia a otras chicas de lo que me sucedió. También quiero que los hombres que me lean, tomen buena nota para no repetir los errores del tío con el que yo me topé. Y también lo escribo para desahogarme, porque es mucha la rabia que siento hacia esa persona que me hizo daño.

No habilitaré la opción de dejar comentarios ya que este blog es como un diario personal mío, además de que no deseo pedir opiniones, puesto que fui yo la que lo vivió en propia piel. Además, conozco algunas reacciones de esa persona sobre la que voy a escribir, y no quiero darle el gusto de que convierta mi blog en un campo de batalla, o en un circo, en caso de que se enterase que estoy contando lo que pasó.

Para referirme a este individuo, le llamaré Z. Yo seré E.

Resumiré cómo fue que lo conocí.
 
Hace unos años, realicé un curso, pero tiempo después me enteré de que la persona que lo impartió no estaba capacitada para hacerlo, ni poseía títulos o permisos para dar esos cursos.

A finales de Junio del presente año, metiendo el nombre de su academia fantasma en Google, di con un blog en el que varias personas ponían verde a mi antiguo "profesor" (al cual no viene a cuento que lo nombre), así que, con mucho interés, leí todos los comentarios de dicho blog, y comprobé que, además de al falso profesor, se nombraba en reiteradas ocasiones a dos chicos: uno que no viene a cuento, y Z.

Finalmente, encontré en una famosa red social, un grupo de gente que al igual que yo se sentía estafada por el falso profesor, y decidí unirme.

Empecé a comentar los posts de los usuarios, dándole al falso profesor (que lo leía todo desde la sombra) toda la caña que me era posible.

Así fue como di con Z.

Al poco de leerme, me escribió unos mensajes mediante la red social, y me pidió mi número de teléfono y me llamó.


Le conté mi historia con el "profesor" y él a grandes rasgos me contó la suya (que a estas alturas ya no sé si creérmela tal y como él me la contó), y además, le hablé en esa primera llamada suya de otro tema, pero como no le interesaba, me cortó al poco y continuó hablando del "profesor".


Bla bla bla... Me contó muchas cosas de ese hombre. Cosas que de un individuo que se dedica a estafar, no me extrañan nada. Lo que ya no me pareció normal, fue que me dijera que estuvo 5 años de su vida con él, ya que ¿si veía que no era trigo limpio, por qué seguía? Aproximadamente tres meses después de esa llamada, y a pesar de todas las cosas que voy a contar, llegó a mis oídos que Z había estado liado con el falso profesor. No me lo podía creer, pero tampoco descarté la idea, porque al fin y al cabo, yo a Z aún a día de hoy apenas le conozco; conozco lo que él me quiso contar de sí mismo y lo poco que pude observar yo, pero en realidad no sé absolutamente nada de su vida. Tampoco descartaba la idea por ciertas cosas personales que Z me había contado que había hecho, lo cual, me llevó más a pensar que lo que me habían dicho, podría ser verdad.


En fin, Z me escribía y me llamaba cada vez más a menudo. Junto con el otro chico (aquél que tanto se nombraba en los blogs del "profesor"), hicimos como un equipo de tres para desenmascarar a ese estafador, pero el tercer chaval resultó ser alguien conflictivo y corté todo trato con él, teniéndolo sólo con Z.


Poco a poco, las llamadas y los mensajes de Z hacia mí, empezaron a cambiar su intensidad, siendo ya habitual todos los días que contactase conmigo de alguna manera. También percibí que cambiaba la tesitura en la que me trataba (a causa de su insistencia y de las cosas que me decía).

CONOCIÉNDOLO

Un día, Z me comentó que iba a venir a mi ciudad (él vive en la provincia contigua, aproximadamente a 140 kilómetros de mí) y que si yo quería, podríamos vernos. Me dijo que me iba a contar mucho más sobre el tema de los cursos que habíamos hecho con el falso profesor, pero el 6 de Agosto del presente año, cuando finalmente vino (un viernes), no sólo prácticamente no sacó el tema, sino que, cada vez que lo hacía yo, me cortaba, diciéndome que dejase de hablar del individuo ese.

Quedamos a las 15 horas en la puerta de un centro comercial. Yo llevaría allí aproximadamente dos o tres minutos esperándolo cuando apareció y se dirigió a mí.

Nos fuimos a un bar cercano, donde nos tomamos unos refrescos. Fue donde más tiempo me habló del falso profesor y de otras cosas relacionadas con el tema.

Yo cuando me estaba contando algo más o menos extenso, lo escuchaba y prestaba atención, y en un momento en el que lo miraba centrada en lo que me estaba contando, me quedé bastante sorprendida cuando de repente se interrumpió para decirme que era guapísima y que lo ponía nervioso. La verdad, a mí físicamente también me había gustado bastante, no estaba mal, aunque tampoco sea un tío de calendario (tampoco yo lo soy).

Lo que más me gustó de él, fue que, además de hacerme reír bastante, teníamos unas cuantas cosas en común, cosas que hasta ahora me hacían sentirme rara pensando que era yo la única en el mundo que pensaba así, como por ejemplo, que no le gustaba el mazapán y prefería bombones en Navidad, que no le hacía gracia la yema de huevo, que "Física y química" es el mejor disco de Joaquín Sabina, etc. En ocasiones, yo le decía algo y él me interrumpía, terminando la frase por mí. Y lo más curioso es que muchas veces decía lo que yo quería decir (otras veces no, lo cierto es que se cuela mucho, es uno de sus defectos; cree que siempre sabe lo que le van a decir e interrumpe para concluir por una).

Claro que también hubo cosas en las que no opinaba en absoluto como él. Por ejemplo, en que Queen es mejor que Freddie Mercury solo, en que la voz de Michael Jackson es fea, o en que Whitney Houston se quedó sin nariz en parte por esnifar cocaína y en parte por "las hostias que le daba su marido". Eso último me dolió. Y eso que no soy fan de esa cantante (a Michael Jackson, según él, yo lo defendía por fanatismo; el pobre no comprendía que hay cosas que no tienen que ver con fanatismo, que son de sentido común).

También decía que si yo no vi que Michael Jackson no cometiera abusos a menores, no afirmase entonces que era inocente, porque yo no había estado ahí. ¿Y él sí estuvo para afirmar su culpabilidad de una forma tan vehemente? Supongo que si alguien denunciase a Z por lo mismo, no le gustaría escuchar de alguien que no tiene ni idea de lo que pasó: "No lo defiendas, tú no estuviste ahí para saber que es inocente". Él seguramente pensaría: "¿Con qué derecho dice eso de mí?". Pero al tratarse de terceras personas, que sobre todo no están presentes para defenderse (y encima se han muerto), qué fácil y valiente es criticar. Con el paso del tiempo, he comprobado que al amigo Z se le da estupendamente eso de criticar, ahora que si le critican a él, ya cambia la cosa.

Algo que me molestaba horrores de él, era que a veces le comentabas algo, y te daba un corte muy brusco, como borde, diciéndote: "¿Y qué?". Todas las veces que lo hizo me callé para no confesarle lo mucho que me molestaba. No creo que sea de muy buena educación que cuando alguien da su punto de vista respecto a un tema, la otra persona le corte como un borde diciendo con voz insolente: "¿Y qué?". Se puede decir: "No opino igual" o "No le dés importancia". Pero no. Él con su cortante "¿Y qué?" se sentía satisfecho.

De todos modos y a fin de cuentas, la impresión que tuve de él tras el primer día, fue bastante buena. Me gustó (aunque casi discutimos por el tema Michael Jackson).

Estuvimos juntos desde las 15 horas del viernes 6 de Agosto, hasta aproximadamente las 4,15 de la madrugada del sábado 7 de Agosto, tiempo en el que no dejó de coquetear conmigo, tanto agasajándome verbalmente, como regalándome una rosa y un colgante protector, como pegándose completamente a mí al sentarnos en algún sitio o acariciándome un hombro mientras yo le hablaba. "Qué sonrisa tan bonita tienes", "Qué guapa eres, me pones nervioso", "¿Quieres que te coja una flor?", "Puedes quedarte a dormir conmigo si quieres"... (entre broma y broma, la verdad se asoma; posteriormente me confesaría que no entendió por qué esa noche no dormí con él...)

Había decidido quedarse a pernoctar en mi ciudad. Le acompañé caminando a reservar hotel (a las tantas de la mañana), y allí en la puerta del mismo, me despedí de él y me marché.

PASAMOS A MAYORES

Al día siguiente me escribió por la red social, diciéndome que tras yo dejarle en su hotel, había salido a buscarme sin poderme encontrar (¿y si me llega a encontrar qué hace?), que al día siguiente había pasado por mi barrio y se le ocurrió invitarme a desayunar pero que, al yo seguramente estar dormida, no me quiso despertar, y que esperaba que la visita no hubiese cambiado demasiado la imagen que yo tenía de él.

Yo le contesté, dándole a entender en otro mensaje que me había gustado. Eso al parecer sirvió para que él ya descaradamente me coquetease con mensajes más directos, así como las llamadas, y en uno de sus mensajes me decía que "a ver si la próxima vez no era tan tímida", lo cual era una clara invitación a que sucediese algo entre nosotros.

En sus mensajes, comprobaba bastante a menudo que, cuando yo le hablaba de otras cosas (como por ejemplo el tema del falso profesor), él al poco ya cambiaba el rumbo de la conversación y la dirigía a "nosotros". Bueno, no me disgustaba que lo hiciera, ya que la mayoría de lo que iba conociendo de él me gustaba bastante, pero quien lo hacía siempre, era él. Había veces que me dejaba tan cortada con sus comentarios que yo trataba de disimular o de ir por otros derroteros, porque me turbaban sus coqueteos.

Otro día en el que me llamó, le comenté que cierto cantante iba a venir a mi ciudad a dar un concierto, y que yo iba a asistir, llevándome al hermano pequeño de una amiga, ya que el chico era un poco raro, nunca salía de casa, no tenía amigos..., y a mí me daba pena. Además, mi amiga nunca saca a su hermano con ella, y ella últimamente también estaba muy liada porque había tenido un bebé.

Z, sin que yo le hubiese invitado a acompañarnos, me dijo un poco tímidamente por teléfono respecto al concierto: "Bueno..., yo si puedo también voy..., que quiero verlo..., que llevo esperando el concierto desde que sacó el primer disco". Yo me eché a reír porque era obvio que se autoincluía para poder verme, y le dije con una carcajada: "¡Vale!".

Llegó tarde, porque tenía unas cosas que hacer que al parecer lo tuvieron bastante liado. El hermano de mi amiga no paraba de mirar el reloj, nervioso, exasperándome también a mí, mientras esperábamos a Z cerca de la estación de tren, preguntándome todo el tiempo: "¿A qué hora te dijo que iba a llegar?", "¿Seguro que va a venir?", "¡Vamos a llegar tarde!".

Pero al final llegó y me llamó, quedamos con él en la puerta del hotel donde se hospedó la vez anterior y pusimos rumbo al concierto.

Llegamos cuando ya estaba empezando; yo me puse un poco histérica, porque antes de poder ver al cantante, escuchamos su voz al inicio de uno de sus temas más famosos, con el que abrió el concierto. Salí corriendo muy excitada, y ellos me siguieron hasta más o menos el lugar desde el que nos quedamos viendo el concierto hasta que terminó.

Z se notaba que ya quería ir por donde quería ir (posteriormente me confesaría que me habría besado de no estar delante el hermano de mi amiga), y me sujetaba por la cintura, me susurraba al oído así muy sutilmente, e incluso en un momento dado me desconcertó un poco porque llegó a lamerme el brazo derecho.

Habíamos quedado de dormir juntos previamente a su visita. Él me decía que "así no me iba yo sola a las tantas por ahí", pero no creo que lo dijera sólo por eso. Era obvio que quería que pasase algo (aunque casi tres meses después lo achacase a mi imaginación).

El concierto terminó y el padre del hermano de mi amiga lo vino a buscar y se marcharon. Z y yo nos fuimos caminando para el hotel, aunque yo iba "de aquella manera", porque los zapatos me quedaban grandes. Pero al final llegamos.

Una vez en la habitación del hotel, le pregunté si le importaba que yo me duchase antes, me dijo que no y me fui a la ducha.

Salí con una camiseta y una toalla. Entonces entró él a ducharse. Me fijé en que había dejado sobre la cama un puñado de bombones, un cordón para el colgante que me había regalado la vez anterior, y un cubo de juguete para meter las bolitas de su interior por un aro.

Mientras él estaba en el cuarto de baño, yo aproveché para desvestirme y ponerme la ropa con la que iba a dormir. Me metí en la cama y me tapé, mientras leía una revista que Z había traído.

Cuando salió del baño, lo hizo en calzoncillos, no llevaba nada más. Yo me quedé muy cortada. Podría haber tenido más educación, al menos hasta que pasase lo que pasó después.

Se metió en la cama y le devolví la revista. Apagué la lamparilla de mi lado y me acosté de espaldas a él. Él estaría cinco minutos más o menos con la revista, y mientras leía un poco acariciaba mi pie con el suyo por debajo de las sábanas, hasta que decidió dejarla y apagar su luz también. Se acercó un poco a mí en la oscuridad pero manteniendo las distancias. A mí, desde que viví en pareja con un novio con el que estuve dos años, me gusta dormir abrazada por detrás y era algo que echaba mucho de menos, así que le dije que se acercara, cogí su brazo y me lo puse sobre la cintura. No hice nada más. Él estuvo así un tiempo indefinido, pero corto, y poco a poco se empezó como a revolver, a frotarse contra mí, a respirar fuerte y a soplarme en la nuca. Yo al principio me quedé un poco flasheada, pero me dejé ya que él también me gustaba, aunque no sé, no me esperaba esa reacción concretamente por su parte. Estuve un rato así, inmóvil, dejándome llevar por la situación, entonces ya empezó a hablarme y me giré hasta quedar frente a frente con él, que ya se lanzó a besarme y a tocarme.

No es por ser cruel, a pesar de que él lo fue conmigo por cosas que ya contaré, pero no sabe besar. Ni supo entonces, ni la última vez que me acosté con él. Y en consecuencia, hace que te desconcentres tú también y te pierdas cada vez que haces un movimiento con la boca, porque él hace lo que le sale, y lo hace con una descoordinación total. A veces, como en arrebatos de pasión, le daba por meterme la lengua hasta la campanilla, y ahí es cuando yo me bloqueaba y esperaba a que se le diera por sacarla para seguir, pero era sumamente incómodo.

Mi ex eso de la lengua lo hacía también a veces, y es algo que odio, pero mi ex besa muchísimo mejor que Z.

Bueno, no voy a explicar la relación sexual, pero según me había dicho por teléfono (antes de conocerme en persona), era virgen. Yo pensaba que estaba de cachondeo, y él siempre insistió en que no, que se tiene liado con alguna pero que nunca llegó a la penetración por algún motivo, y que el único beso que le dio a una chica, fue un pico. Normal que a quince días de cumplir 25 no tuviese ni idea de cómo besar...

En fin, si es cierto que era virgen (que por lo torpe que es en la cama, parece ser que sí), esa noche perdió la virginidad conmigo.

EXTRAÑA REACCIÓN

Le dije que le había echado de menos desde cuando nos conocimos la semana anterior (con esto quise decir que habíamos hecho tan buenas migas y me había caído tan bien que hubiera querido verle más a menudo, y al no haber sido posible, lo extrañé), pero él inmediatamente me cortó, diciéndome lo siguiente (reproduzco palabra por palabra; me quedó grabado): "E, no cometas el error de enamorarte de mí. Yo si me necesitas voy a estar ahí para ayudarte en lo que sea, y en el futuro quién sabe, a lo mejor se puede intentar. Me gustas, pero enamorado no estoy". ¡Es que si ya lo está al segundo día de conocerme, no es un chico muy normal!

Yo me sentí idiota perdida (pobre de mí, no imaginé que me sentiría así muchas veces en adelante). Primero, porque yo no le había propuesto nada. Lo de enamorarse lo sacó él. Es cierto que le había echado de menos. Hacía tiempo que no encajaba tan bien con alguien ni me divertía tanto, pero yo no nombré la palabra enamorar. Ni por la mente se me pasó. Y segundo, porque, al no ser casos en los que te enrollas con alguien porque es lo que vas buscando, lo más normal es que te acuestes con alguien porque ese alguien te atrae, y todavía en la cama, me soltó esa parrafada que me dejó flipada, que no supe qué decir. Simplemente él me gustaba, se habían dado las circunstancias de que sucediera, me apeteció, le apeteció y sucedió. Ya está. Me sentí ridícula, como si yo le hubiera propuesto matrimonio después del "tema". Así que acerté a contestar: "Ya, ya...". Pero me quedé helada.

Él se durmió unos minutos a mi lado (y por cierto, ronca un poco) y yo tenía ganas de echar a correr y largarme de ahí, aunque esto nunca se lo llegué a decir. Me sentí súper violenta por que él sacara un tema así sin venir a cuento. Aunque estuvo muy bien que fuera tan claro, lo que pasa es que no era ni el momento, ni el lugar, ni la manera.

A la mañana siguiente, Z tenía que coger un tren de vuelta muy temprano porque tenía compromisos (bueno, no, más bien digamos "obligaciones", porque la palabra compromiso le produce alergia), así que nos levantamos a las seis y pico de la mañana. No tengo ni idea de si él lo percibió, pero yo iba recta como una tabla, digiriendo todavía su discursito, alucinada aún, cortada porque había intentado ser cariñosa y él me frenó en seco. Por una parte, me daba pena que se marchara tan pronto (no se quedó ni diez horas), pero por otra deseaba perderlo de vista y largarme corriendo.

CONFUSIÓN

Así a todo, cuando lo despedí en la estación de tren, me acerqué para besarle en la boca (después de la noche que tuvimos, lo consideré lógico), pero él, con cara seria, se dirigió a mis mejillas y me dio dos besos, como si lo de anoche hubiera sido sólo un sueño. Volví a sentirme confusa, como si me diese su mano y yo cogiese hasta el hombro, pero le sonreí, me despedí y me fui. Él se llevó el colgante que me regaló el día que nos conocimos, porque no fuimos capaces de engancharlo al cordón y me dijo que lo llevaría a la tienda donde lo compró para que lo arreglasen. Supuestamente me lo entregaría la próxima vez que nos viésemos, pero nunca lo llegué a recuperar.

Una vez me hube marchado, le estuve dando muchas vueltas a lo sucedido. ¿Qué habría significado? Sus mensajes previos y su coqueteo e insistencia en llamarme, me tenían confusa, porque después me dejó muy claro que nada de enamoramientos, y para colmo, en la estación se despidió de mí serio y con dos besos de cortesía, tras una noche de pasión. Tenía un cacao mental tremendo, y una mezcla de sentimientos descomunal. No sabía qué pensar. Pero sus palabras de que "no cometiera el error de enamorarme de él", se quedaron grabadas en mi mente, no era ninguna ilusa, me lo había dejado muy claro. Y como no quiero ser de la clase de chicas que piensan que si se acuestan con alguien significa que les declaran amor eterno, decidí no ser tan efusiva con él, y mucho menos ser insistente, con lo cual, en los mensajes posteriores, no fui como me hubiera gustado ser, sino que fui comedida, correcta y agradecida (como tendría que ser de ahí en adelante, pero yo aún no lo sabía).

Así que llegué a casa de mis padres y, como obviamente esa noche no había pegado ojo, me fui a la cama. No sin antes escribir brevemente en mi diario. Un fragmento de lo que escribí, fue esto:

"Besa como un perro, con la lengua por delante. Es muy cariñoso.
No paró de besarme y acariciarme. Me dijo que tenía la piel muy suave y otras cosas.
También me dijo: "No cometas el error de enamorarte de mí".
Luego me explicó que él no sentía nada y que no quería hacerme sufrir. Me dijo también que yo le gustaba y que lo tenía para lo que fuese, pero que no estaba enamorado. Que igual con el tiempo.
Ya contaré, que me caigo de sueño. Es por la mañana."

Me levanté a la hora de comer. Creo que me despertó Z llamándome a mi teléfono móvil, contándome cómo había transcurrido su quehacer de después de vernos. Me contó que había estado toda la mañana muerto de sueño, y que no estaba a lo que tenía que estar. Yo, como ya comenté, fui correcta y agradable, casi como si lo sucedido la noche anterior jamás hubiese pasado. Tras más o menos diez minutos al teléfono, colgamos, y al poco rato recibí un mensaje por la red social que decía lo siguiente (copio su mensaje tal cual, faltas ortográficas incluidas):

"E, como no te dije por telefono por que tengo a un huevo de gente en casa y me da mucha vergüenza, solo darte las gracias,, el concierto me encantó y me gustó mas la noche, aún siento tu calor en la mejillas, poco a poco ire mejorando los besos. Ya desoxidaste un poco la maquinaria?. A ver si te arreglo en colgante que manda leche, disfruta de los bombones y nos vemos pronto, el proximo dia voy sin prisas y así podemos dormir o no. 1 besoo wapa..."

Ese día volvió a llamarme, por la noche. Me envió un par de mensajes más.

"(...) yo también prometo esforzarme mas, poco a poco esto es una carrera de fondo, sin prisa pero sin pausa, ni me tas ni etapas, procurar disfrutar uno del otro y listo. Yo también me estaba acostumbrando , pasar del hielo al fuego cuesta. espero hacerlo mejor para la próxima y también guiame tú, que eres la maestra.

Me encanta tu cuello y tu sonrisa. 1 besooo"

"Y lo podemos repetir las veces que quieras."

Los días siguientes, él me buscaba. Yo precisamente trataba de estar algo ausente para que no pensase que por lo sucedido ya teníamos que estar en plan pasteloso, y porque a mí no me valían los mensajitos que me enviaba después: yo me regía a rajatabla por lo que me dijo de que enamorarme de él sería un error.

Aún así, tenía la cabeza hecha un lío: primero coqueteaba, después me dejaba claro que no quería nada serio, y luego seguía coqueteando. ¿De qué iba? Yo por si acaso, no quería darle demasiadas confianzas.

Pensé varias veces en cortar por lo sano, por si me acababa enamorando, pero me gustaba y me sentía bien con él, me divertía, se me pasaba el tiempo volando (él me confesó el primer día que le pasaba lo mismo conmigo). Así que no supe qué rumbo tomar.

Al día siguiente, me envió varios mensajes. Entre otras cosas, me decía:

"Si dices que yo soy un bombón, tú eres la nata. ÑAM !!!!"

"Y no te conté que esa noche yo también le pedi lo mismo a las estrellas."

No respondí a nada de eso. A la mañana siguiente, algo temprano, envió a mi correo personal un par de fotos suyas y algunos mensajes a través de la red social.

Hablándome de sus fotos, me comentaba:

"Esas son de hace un par de años., disfrutalas, pero ya sabes que cuadno quieras disfrutar de verdad me tienes a tu disposición en 3D.

Te echo de menos."

¿¿¿A qué venía eso??? Cuando yo se lo dije, me dejó clarísimo que no me enamorase de él, que no fuera por ahí. Y ahora que me limitaba a ello, ¿era él quien me decía esas cosas, habiéndose cohibido además de decírmelas en su momento? No entendía absolutamente nada. Pero decidí seguir siendo un poco fría, porque me lo había dejado muy claro, a pesar de esos mensajes posteriores. Así que no aludí a ello. Tampoco quería hacerlo sentir incómodo, como al parecer se sintió cuando en la cama le confesé que lo había extrañado.

Él seguía generoso en mensajes y llamadas. Todos los días sin excepción, al levantarme, encontraba alguna noticia suya en mi correo, y lo cierto es que me alegraba la mañana, pero seguía en mi postura de no ser lo efusiva que me hubiera gustado. ¡Me cohibió tanto aquel corte que me dio tras el concierto...!

Él, en sus mensajes, apenas hablaba de otros temas que de nosotros. En sus llamadas me demostraba lo mucho que me echaba de menos, diciéndome incluso que yo para él era como una adicción y que no podía evitar llamarme y pensar en mí, que estaba gastando muchísimo teléfono pero que no le importaba porque necesitaba escuchar mi voz, que yendo por la calle repentinamente le entraban unas ganas tremendas de besarme, que hacía el tonto cuando me llamaba a causa de sus nervios, que tenía ganas de estar conmigo todo el tiempo, que quería hacerme el amor, que quería dejar de lado sus obligaciones para venir a verme, que varias veces le llamaban la atención por no estar centrado en lo que hacía, y un largo etcétera.

Todo eso me sonaba a música celestial, escuchándolo a través del teléfono móvil, muchas veces me encontraba sonriendo y me daba cuenta, y había momentos en los que me sentía como en las nubes. Pero no quería ilusionarme. Me estaba acostumbrando a él y a sus mensajes, sus llamadas..., y no quería. Me lo había dejado muy claro aquella vez.

Así que tomé la decisión de dejar de verle. No quería seguir ilusionándome y que él después me repitiese: "Ya te dije que no cometieras el error de enamorarte de mí". Y le envié el siguiente mensaje de madrugada:
"No lo podría garantizar, esto es imprevisible pero me conozco y me encariño muy rápido con la gente. Y cada vez me apetece más estar contigo. Y obviamente, respondiendo a lo que me comentas, no voy a esperar a pillarme y decírtelo, y que tú me digas: "Ah, pues sí", o "Ah, pues no". ¿Tú me comprendes? ¿Porque después qué haría yo? La que lo pasaría mal sería yo. No tú. Y como no quiero que eso pueda pasar, he tomado una decisión. No sé si es lo correcto pero tras pensar bastante creo que sería lo mejor (al menos para mí), y es que si todavía estoy invitada a ver esa ópera, iré si no me surge nada urgente, pero ésa será la última vez que nos veamos.


Después de eso, no más llamadas, ni mensajes, ni visitas, ni ningún tipo de contacto. Sólo si necesitas algún tipo de ayuda, que vaya a ayudarte a algún juicio, que te ha pasado algo grave o cualquier cosa de importancia relacionada con C**********s.


Lo siento, Z, pero prefiero curarme en salud. No quiero volver a pasarlo mal. No es por nada, tú me agradas mucho, de verdad. Si no, habría pasado olímpicamente de ti, y de hecho cuando estoy contigo me siento especial y bien, pero creo que es lo mejor para mí.


No quiero que te enfades y quiero que sepas que si me necesitas, voy a estar aquí, pero sólo para cosas realmente importantes, ¿vale?


Me cuesta tomar esta decisión, te estoy cogiendo cariño, e igual me estoy equivocando, pero no quiero acostumbrarme a ti y luego darme de bruces contra la pared y estar peor, así que lo mejor es cortar por lo sano lo antes posible. Estas cosas no suelen acabar bien.


Un besazo. :-)"

A la mañana siguiente, fue cuando él lo leyó, muy temprano, y me llamó al móvil, despertándome (no eran ni las 9 de la mañana).
Me notó la voz de sueño y me preguntó si quería seguir durmiendo, pero le dije que no, que hablara, y lo que me dijo fue que no entendía por qué teníamos que dejar de vernos, que él no quería eso, que sus sentimientos estaban cambiando desde entonces, estaban creciendo, que seguro que sentía él más por mí que yo por él. Que estaba medio-enamorado de mí, casi obsesionándose conmigo, que eso ya eran palabras mayores y que le pasó una vez con otra chica y ahora conmigo. Que no hiciera caso de aquello que me dijo tras el concierto porque no sabía muy bien por qué lo dijo. Que le pasaba a veces, que hablaba por no estar callado, que lo dijo por nervios e inseguridades suyas, que no prestase atención y le creyese ahora cuando me decía esto. Que de qué tenía miedo si me estaba diciendo que él también quería intentarlo (esto me lo repitió dos o tres veces). Que si yo sentía algo por él y él me estaba diciendo que también lo sentía por mí, por qué no lo intentábamos, etc., etc., etc.

Yo dudaba, quería decirle que sí pero tenía miedo. Pero nuevamente me encontré sonriendo al escucharle decir estas cosas y por un momento me sentí feliz, así que acepté y nos tiramos el resto de la conversación (que duró como dos horas y media) hablando de nosotros.

Me sentí tan bien que lo compartí con mis amigas más íntimas y con mi madre.

Él seguía con sus llamadas y mensajes:
"Son las 2 y pico de la madrugada y me encantaría estar abrazandote en la cama, lo que no se es si te gustaron las caricias en la espalda de la otra noche.

1 besoooo".

Me llamaba muy a menudo. Me decía todas esas cosas que sonaban a gloria. Colgábamos y me volvía a llamar:

"E, te vovli a llamr solo para decirte que me gustas y que estoy con una fuente de melón y me necantaria comerla contigo. 1 besoo y perdona por mis nervios."

Qué bonito sonaba todo eso... Pero seguía desconfiando. En mi diario, en el que todos los días iba escribiendo, decía cosas como:

"No sé dónde me estoy metiendo."

Deseaba intentarlo, pero ya había sufrido antes por amor y no quería que se volviese a repetir. No quería volver a confiar y que me hicieran daño (había acabado muy afectada la anterior vez), así que le envié un mensaje por la red social para comentarle mis dudas al respecto, a lo que él contestó:

"(...) E lo de platearte si estas haciendo lo correcto o no, no se que decirte, yo no me palnteo el fin de esto, o el camino a seguir, yo cuando kiero estar contigo hago por estar y darte mi cariño."

Y me seguía diciendo que me extrañaba mucho.

¿Me había propuesto ser novios? Estaba claro que sí. Pobre de mí. No podía sospechar que eso nunca llegaría a hacerse realidad.

UN IMPREVISTO Y DECEPCIÓN

Los mensajes entre Z y yo continuaban. Aparentemente, él seguía siendo cariñoso y sentimental, pero en ocasiones actuaba de forma extraña.

Por ejemplo, aquel día en el que me llamó para convencerme de que intentásemos algo serio. Muy bonito por teléfono, pero por mensaje se comportaba diferente. Me llegaban retazos como de frialdad, de pasotismo.
Tras aquella conversación telefónica le envié un e-mail diciéndole que había sido precioso todo aquello que me había dicho, y que la próxima vez que lo viese, me lo comería a besos, caricias, abrazos... Él me respondió con un simple: "De todo eso ya hablaremos en persona."

Me quedé súper cortada. De nuevo, sentí como si me diese la mano y yo le tomase hasta el hombro. Pensé que le habría dado vergüenza (porque en la llamada había sido muy directo), o que había sido impresión mía y él no pretendió ser cortante, o que tenía que ir más despacio con él, o que quizá en persona, como dijo que ya hablaríamos, él me respondiese del mismo modo que yo le había hablado en ese correo. Igual estaba yo susceptible de más. No le quise dar importancia. Pero el corte que pasé no se me olvida.

Supuse, entonces, que como dijo que hablaríamos en persona de todo eso, sería así. Pensaba que quería que primero nos viésemos antes de formalizar la cosa entre nosotros. Y precisamente habíamos quedado para principios de Septiembre en pasar unos días juntos, porque él había estado ocupado y no pudimos vernos antes (aunque me dijo que daría excusas para dejar sus asuntos de lado y venir a verme, diciéndole yo que ni se le ocurriera; que hiciese lo que tenía que hacer, que para vernos habría tiempo). Iba a actuar en unas representaciones de ópera (pero no cantando, sino como extra) y me había invitado a asistir como público.

Desde el verano me encuentro desempleada, y a pesar de mis intentos de conseguir un puesto de trabajo, no hay manera. Está muy cruda la cosa. De nada sirven los currículums que reparto a diestro y siniestro por mi ciudad (incluso en empresas de limpieza, en las que, aunque parezca increíble, me piden una titulación, y mi FP de Comercio no sirve), las solicitudes que envío a través de Internet, los anuncios y los breves a los que respondo, las entrevistas a las que acudo... No sirve de nada. No hay trabajo. Y donde lo hay, te ofrecen desde una posición muy cómoda que te hagas autónoma y trabajes para ellos desde tu domicilio (y encima mi ordenador está senil), pagando las tasas de tu bolsillo y contratando Internet y teléfono fijo, pagándolo también de tu bolsillo. No te pagan sueldo base, sólo comisión por ventas. ¿Y si no vendes, no cobras? ¿Y cómo pagas el teléfono y el Internet? Ésos son los únicos trabajos que suelo desechar, porque además son ilegales. Pero quitando eso, de momento no he encontrado nada más.

Ya cada mes me las veo y me las deseo para poder pagar la ridícula cuota que me cobran por un modem de porquería, que va a trancas y barrancas, se cae a cada momento y para colmo no viene con teléfono fijo, como para hacerme autónoma, contratar otro proveedor de Internet y estar pagando el nuevo y el que tengo ahora (tengo compromiso de permanencia con el actual), para que el trabajo no me guste o se me dé mal y tenga que dejarlo, y luego me metan en las listas de morosos porque no pude pagar el nuevo Internet o las cuotas de autónomos. No. Si tuviera un sueldo base, por raquítico que fuera, me lo pensaría, pero no me dan nada a no ser que me ate con ellos, y esa situación no es justa ni cómoda para mí. Por eso prefiero ir a limpiar por cuatro duros pero sin líos de autónomos, proveedores de Internet y rollos similares.

Aún así, a pesar de todo eso, a finales de Agosto había sido el cumpleaños de Z, y obviamente quise regalarle algo especial, pero no sabía qué música le gustaba ni si acertaría con el CD, ni qué talla de ropa usaba, ni si le gustaban las colonias (además una colonia es algo muy personal), etc.

Me acabé decidiendo por una cadenita de plata con una chapa en la que hice grabar su inicial por una cara y la fecha de su cumpleaños por la otra; una caja de bombones, una tarjeta de cumpleaños, caramelos y tarta con velas.

Tuve que pagar un día la chapa de plata y otro día la cadena, porque no tenía el suficiente dinero. Mi padre me había encargado que le grabase unos CDs con más o menos 500 canciones, pero poniéndolas en el orden que quería él. Me dijo que me pagaba por el trabajo 12 euros (y encima se creía que estaba siendo generoso), pero ni aunque me pagase 50 habría sido suficiente, porque sudé para cambiar los títulos de las 500 canciones, ponerlas en el orden que él quería, grabarlas en distintos CDs, hacer copias de los CDs... Fue un trabajo de chinos, a pesar de que el hermano de mi amiga me ayudó todo lo que pudo y me dio gratis CDs vírgenes.

Finalmente, mi padre me dio 20 euros. Me repartí en comprar a Z los detalles por su cumpleaños, y en comprar algo también para mi amiga, que había estado de cumpleaños también.

Necesitaba conseguir más dinero: quería invitarlo a cenar y al cine, y quería que fuésemos a una chocolatería de mi ciudad. ¿Pero de dónde sacar más dinero? Mis padres tenían muchas dificultades para comprar la comida y pagar facturas, la pensión de mi padre no es muy grande y casi toda va para pagar la hipoteca del piso y pagar facturas. No quería pedir a mi madre, que estaba con poco más de 200 euros al mes para comprar comida para cuatro personas y pagar los gastos de la farmacia, ropa, lentillas, etc.

Decidí empezar a vender pertenencias mías por Internet. Me deshice de cosas que hubiera preferido conservar, pero Z me importaba muchísimo más. Así que bienvenido fuera vender mis cosas, o lo que hiciera falta. Tenía que conseguir más dinero. Me apetecía mucho que fuéramos al cine o a tomarnos ese chocolate.

La fecha de nuestro fin de semana de ópera se acercaba cada vez más, así que, a pesar de que había varias personas realizando seguimientos de mis artículos, finalizaba las pujas antes de tiempo, malvendiendo las cosas. Quería que al llegar la fecha de estar juntos, no tuviera él que pagarlo todo. En mi corazón, todo eso merecía la pena. Él merecía la pena.

Conseguí un poco de dinero, no demasiado. Hubiera querido poder tener algo más, pero al menos ya me daría para poder invitarlo a un par de cosas. Estaba contenta, y muy ansiosa por verle.

Me había dicho que, como la ópera era en su ciudad, tomase esta vez yo un tren. Dijo que miraría de dejar pagado el billete para que yo sólo tuviera que recogerlo y subir al tren. Pero a pesar de que yo le dije que no estaba muy segura de que eso fuese posible, él dijo que no me preocupara. Así que me despreocupé, y un día o dos antes del viaje a su ciudad, me comenta que no le dejaron en la estación dejar pagado mi billete, que me lo pagase yo con el dinero que había guardado para invitarlo a algo.

Me sentí... Me sentí que ya se lo había dicho; me sentí idiota por haber estado intentando reunir dinero a toda costa y que él no lo valorara y me dijera que me pagase el tren; me sentí rabiosa porque quería verlo y tendría que perderme la ópera y posponer nuestro encuentro (hacía más de quince días que no nos veíamos); me sentí decepcionada, porque hubiera podido enviarme por Correos un giro inmediato, o un ingreso en cuenta con el coste del billete de tren, o por PayPal... Pero no lo hizo. No buscó la manera. No tenía tantas ganas de verme que le hicieran encontrar una solución al imprevisto. Iba a dejar que me perdiese la ópera, que no pudiéramos estar juntos como habíamos planeado (que incluso había conseguido que alguien le prestase unos días un apartamento)... No parecía que le importase mucho el desenlace imprevisto de nuestros planes.

Le dije que se lo había advertido y que no me había hecho caso, que yo sudaba aquí para conseguir dinero para nosotros y de nada había servido, que me lo decía en último momento y ahora a ver qué hacíamos, que tendría que perderme la representación y nuestro fin de semana, etc. Él me envió un mensaje diciendo que lo sentía mucho pero que ya nos veríamos en otra ocasión. Menudo entusiasmo el suyo: "nos veríamos en otra ocasión"... Cada vez me sentía más tonta por mover tanto el culo por él, que apenas hacía nada por verme. Es muy fácil ir a pasar un fin de semana con alguien sabiendo que tienes dinero y que vas a tener sexo y compañía, pero yo luchaba por ofrecerle un cumpleaños decente, por regalarle unos detalles humildes pero en los que puse todo mi esfuerzo e ilusión, por comprarle tarta, velas, bombones..., aunque mi situación no me lo permitía. En su cómoda situación con pasta en el bolsillo, no entendía lo duro y humillante que resulta que te lo estén pagando todo, todo el tiempo. Él no convivió dos años con una persona que le echase en cara el asunto del dinero y quién estaba pagando el alquiler, que revisase sus cuentas bancarias y le pidiera explicaciones de los gastos, que repasase los tickets de la compra para ver si todo el gasto que se había hecho coincidía con lo gastado en el súper o se lo gastaba en asuntos turbios (yo en mi relación anterior, hasta tuve que callar que me compraba libros).

Me acabó proponiendo que, de las dos representaciones, fuese a la segunda, que era tres días después, y con las ganas que tenía de verle, acepté, por supuesto. La ópera en realidad era más que secundaria para mí. Yo quería estar con él, disfrutar de su compañía. Además, teníamos pendiente esa conversación que dijo que hablaríamos en persona.

Así que convinimos que el día 3 de Septiembre vendría él unos días a mi ciudad, y luego viajaríamos a la suya para la representación. Como estaba metido en temas legales con el falso profesor, dijo que por la mañana de ese día tenía que ir al abogado. Que cogería el tren a mi ciudad después, calculando de llegar aquí a eso de la hora de comer. A las 16 horas como más tardar.

Por la mañana de ese día, me puse el despertador para ir a comprar la tarta y las velas. Quería que estuviera fresca, no tenerla en la nevera varios días hasta que nos viésemos. Mi madre me acompañó y compré una de mis tartas preferidas, las velas, y algunas cosillas más derivadas de que viniera él.

Al llegar a casa, preparé un pequeño trolley, que fui a buscar previamente a casa de mi abuela, ya que el mío era excesivamente grande y, además, tras mi viaje a Inglaterra, estaba roto. Le metí ropa para esos días, unos zapatos de tacón para asistir a la ópera, objetos de aseo...

Me depilé, me aseé, me vestí, me peiné y me maquillé. A las 15 horas ya estaba lista para salir por la puerta cuando recibiera su llamada, avisándome de que ya había llegado. Pero esa llamada no llegaba.

Mi madre, que me llevaría hasta el punto de encuentro con Z en coche (así yo ahorraba tiempo y dinero), no hizo planes de salir, esperando para llevarme.

Pasaba de las 17 horas y Z no daba señales de vida. Pensé que no pasaba nada, que estaría en el tren, de camino y, como según él su teléfono móvil no funcionaba, no me podía avisar. Seguro que estaba a punto de llegar.

Pero a eso de las 18:15, mi madre, cansada de esperar, me preguntó si me importaba que se fuera a dar una vuelta, porque el chico no llegaba. Totalmente desanimada, le dije que se podía marchar. Y se fue.

Me quedé muerta de asco, delante del ordenador. ¿No pudo haberme avisado antes de que iba a retrasarse? Entré en la famosa red social y, ¡oh, sorpresa!, vi actividad de Z media hora antes, comentando una foto a una chica. ¿¿¿Y eso??? Entré en otra red social en la que también nos teníamos agregados, y vi actividad suya reciente. ¡No podía ser! ¿No iba a llegar como más tardar a las 16 horas? ¿Qué hacía entonces a las 18 y pico comentando fotos a sus amigas de la red? ¿Por qué al menos no me avisaba de que iba a llegar más tarde? ¿¿Realmente vendría al final?? No sabía qué pensar. Pero sí, ¿cómo no iba a venir?

Recibí una llamada suya, desde su casa, a las 19 menos algo, en la que me hablaba súper happy diciéndome, como si se hubiera olvidado de que habíamos quedado horas antes, que llegaría antes de las diez de la noche.

Mi madre llegó y se sorprendió mucho de verme aún en casa, sentada esperando, con cara de asco y aburrimiento.

"¿Todavía no has tenido noticias de él?".

"Sí, llamó hace un rato. Dice que llegará sobre las diez de la noche".

Pasé el resto de la tarde metida en casa, distrayéndome como podía, e intentando buscar una razón coherente al plantón de Z. Siempre odié que hubiera gente que si no viene o se retrasa no puedan avisar para que los demás no se queden colgados y puedan hacer planes.

A eso de las nueve y media de la noche, más o menos, mi madre y yo cogimos mi trolley y la tarta y nos fuimos en coche al centro de la ciudad. Aparcamos donde pudimos, y nos quedamos esperando y esperando. Pasaba de las diez y Z seguía sin dar señales de vida. A cada rato, mi mal humor aumentaba cada vez más, así como mi decepción. Mi madre me preguntaba cosas, pero yo no sabía qué responderle. Le dije que me dejase en la estación de tren y, aunque no le supo bien dejarme por allí sola con mi maleta por la noche, lo hizo y se marchó.

Me fui para la estación de tren. Me senté en un banco, cerca de las ventanillas de venta de billetes, y allí continué esperando. Me dieron ganas de largarme y pasar de él. Estaba realmente cabreada.

Siendo ya casi las once de la noche, recibo una llamada en el móvil. Era él. Al fin había llegado. Yo más que contenta, estaba furibunda.

"¿Cómo estás", me preguntó.

"Mira, ahora mismo estoy muy cabreada. Déjame un momento que se me pase, por favor".

Él iba callado, a mi lado. Al poco de salir de la estación, intenté tragarme el cabreo y empecé a hablarle. Me comentó que se había retrasado en el abogado. ¿Pero no pudo avisarme al llegar a casa? Pues no; al parecer le apeteció más conectarse a Internet a comentar fotos en vez de pegarme un toque y decirme: "E, no te preocupes, me retrasé en el abogado. Cogeré un tren a X hora y llegaré sobre las X". Pero no. Me llama tan feliz, como si nada.

Cuando le expliqué los motivos de mi cabreo, me dijo sonriendo:

"Aaaaah... Ahora entiendo por qué antes estuviste tan rara por teléfono..."

Pero sólo alegó que se había olvidado de que habíamos quedado a la hora de comer. Hala, y asunto arreglado. Luego le dices que tiene que madurar ciertas cosas y se lo toma a mal.

MARCHA ATRÁS

Él al parecer había reservado habitación en un hostal en el centro, que resultó bastante cutre. No le echo en cara la precariedad del lugar. No fue culpa suya. Creo que había hecho reserva telefónica y al parecer había sido su padre el que le comentó del sitio. Y al contrario, le estoy agradecida, porque la estancia de ambos la pagó él.

Dejamos mi trolley en la habitación tras examinarla, y le entregué los regalos de cumpleaños. Antes de abrir la cajita de la cadena de plata, bromeó sobre si era un anillo de compromiso. Ahora pienso que a lo mejor pensaba que lo era y estaría muerto de miedo el pobre... Abrió la caja, miró la cadena y me dio las gracias, pero ya me advirtió que no se la iba a poner. Me sentí totalmente gilipollas. ¿Y para eso hacía números para conseguir dinero? ¿Qué quería entonces, un enano de jardín? Creo que de todo lo que le regalé, lo que le convenció un poco más o menos, fueron la caja de bombones y los caramelos.  Con lo demás me parece que no estuve muy acertada, porque en la tarjeta le decía cosas bonitas y él estaba acabando con todo el romanticismo (y más que iba a acabar... Si lo hubiese sabido, no le habría escrito más que "¡Feliz cumpleaños!").

Me sentí tan tonta, que estuve a punto de tirar la tarjeta sin decirle nada. De nuevo sentí ganas de desaparecer, a causa de su reacción.

Bajamos a cenar al McDonald's, donde al menos pude invitarle yo, por una vez. Charlamos y ya empezaba con sus coqueteos habituales, diciendo que no podía sentarse en la silla de al lado mío por el sitio que escogí yo, con lo cual se sentó enfrente.

Me estuvo hablando sobre el tema del "profesor" y sobre el otro chico, aquél con el que al principio habíamos hecho equipo pero con el que acabé cortando todo trato. Me contó lo mucho que ese chaval me criticaba a mis espaldas.

Lo triste, es que él no hacía nada por defenderme. Incluso, ese chico me tiene acosado levemente (también en el tablón de Z, en la red social), y éste no movía ni un dedo. Decía que eso no era asunto suyo, que lo arreglase yo con el otro.

Si alguien, hombre o mujer, estuviese detrás de Z y no de mí insistentemente, a pesar de reiteradas peticiones de distanciamiento, no hubiera ni hecho falta que Z me dijese a mí de defenderle, sobre todo si le acosasen en mi tablón en la red social. Pues Z no hacía absolutamente nada. Y además, decía que no iba con él.

En el pasado, ese mismo chico criticaba cruelmente a Z en mensajes privados que me tiene enviado, y yo siempre lo defendí, instándole al otro chico a que respetase a Z. Pero Z conmigo no hizo lo mismo. Simplemente trató de mantenerse neutral, sin importarle que el otro chico me acosase con malas formas, ni que me criticase a mis espaldas a gusto. Con tal de no meterse él en vereda le parecía suficiente (ni con la persona que, según Z, "significaba para él mucho más que sexo").

Todas esas cosas, esos detalles, hacían que mi decepción cada vez fuese siendo mayor respecto a él. Además de otros desplantes que ya comentaré en su momento.

Conclusión: un chico con problemas psicológicos (y todos lo sabíamos, amigos y enemigos) me critica a mis espaldas frente a Z, y éste se lo permite tan tranquilo, no siendo así cuando el chico criticaba a Z en los mensajes que me enviaba, porque yo no se lo permitía. Además de eso, Z me dice a la cara claramente más de una vez, que no es asunto suyo y que eso lo debo solucionar yo con él. ¡¡Que viva el romanticismo!!

Le comento en un e-mail que esa salida por su parte no me parece normal, y ya me sale con que le estoy haciendo chantaje emocional (esto fue como aquello de que yo defendía la inocencia de Michael Jackson a causa de mi fanatismo; Z, ¡estás sembrado, no se te escapa una! Con tu inteligencia y tan sólo tienes el graduado escolar... Cómo te infravalora la sociedad... -Disculpad por el sarcasmo, no lo he podido evitar-).

Ya iba apuntando maneras: egoísmo, frialdad, indiferencia y cobardía. Más adelante las dejaría patentes. Yo no podría hacer lo mismo: si me importa alguien, no dejo que le toquen ni un pelo. Pero al parecer, él no sentía como yo.

Aunque bueno, también tenía sus cosas buenas (o eso pensaba yo), porque me contó que le dijo a su madre que le gustaba una chica (quiero pensar que era yo; ahora no las tengo todas conmigo), y cuando ésta lo anima a que vaya a por todas, Z le contesta: "No, esta chica me gusta más que para el sexo".

Ay... Qué bonita llega a ser la palabrería.

Después de cenar en McDonald's nos fuimos a tomar algo a un café nocturno muy bohemio, y allí seguimos charlando de todo un poco.

Luego volvimos para el hostal, y como ya empezaba a ser costumbre, me duché, y mientras se duchaba él, me preparé para acostarme.

Vino y se acostó, pero en vez de ponerse a tontear conmigo en la cama, o de sacar la conversación que teníamos pendiente (que no nombraba yo por no agobiarle), le dio por encender la televisión para ver si encontraba algo interesante. Vaya subida de autoestima la mía. Prefiere ver la tele que estar con la tía que tiene al lado. ¡Ole! Pero no le dije nada. Si algo sé hacer, es respetar el espacio personal de cada uno, aunque hubiera preferido que me abrazase y besase, o hablar de "aquello", o que me dedicase tiempo a mí, que había esperado mucho para estar con él y, para ver televisión, tenía todo el tiempo del mundo que no fuera en ese preciso momento. Pero como se hizo un lío con la TDT, pronto apagó y ya centró su atención en mí. Por fin.

Apagamos la luz. No sabía si sacar el tema yo o dejarlo a él, pero Z no parecía tener muchas intenciones de hablar. En lugar de eso, empezó a entrarme, y acabamos liándonos horas y horas.

Era un hostal tan cutre, que si escuchábamos los ronquidos de un hombre en nuestra propia habitación con total claridad, de seguro los demás estarían escuchándonos a nosotros también, especialmente porque, entre el somier y nosotros, hicimos bastante ruido. Pero a mí eso no me importaba demasiado. Por fin estábamos juntos. Aunque me extrañaba mucho que Z no sacase la conversación pendiente. ¡Me lo había dicho con tanta vehemencia aquella vez por teléfono...! Bueno, seguro que más tarde la sacaría, cuando estuviésemos más racionales. Pero no, no lo hizo.

De repente, hablando en penumbra, me dijo: "No quiero compromisos".

Guardé silencio un segundo, helada, totalmente A-LU-CI-NA-DA, y acerté a decir, intentando no parecer cabreada: "Pero nosotros no habíamos quedado en eso". Él dio una vaga excusa: "No, yo sólo digo que no quiero compromisos". Y le contesté, tras pensar un rato mi respuesta: "Mira, Z. Este fin de semana lo vamos a pasar bien, así, como teníamos previsto, tal como estamos ahora. Vamos a estar en el mismo plan, nos vamos a divertir y voy a ir a ver la ópera. Pero después del fin de semana, vamos a hacer lo que te dije la vez anterior: ni más visitas, ni mensajes, ni llamadas. Nada más. Si me necesitas para algo sabes que voy a estar ahí, pero esto hay que cortarlo de raíz. Ya te dije que voy a acabar pillándome por ti y no quiero eso".

Él, al momento, estando acostado a mi izquierda, en penumbra, se puso sobre mí, sujetó mi cabeza con sus manos y acercó su cara a la mía, diciendo con ansiedad, casi suplicando: "Pero E, ¿por qué tenemos que dejar de vernos? Yo quiero seguir viéndote, no te quiero perder".

Todavía con mi cabeza sujeta por sus manos y teniéndolo encima mío, lo miré en la semi-oscuridad y pensé que a lo mejor necesitaba tiempo. Si le había hablado a su madre de mí, si me llamaba y escribía tan insistentemente, si tenía ganas de dejar sus obligaciones por venir a verme, era porque en realidad yo le importaba.

Acepté entonces continuar viéndonos, pero en espera de que pronto cambiasen las cosas, y sin saber muy bien qué éramos exactamente: estaba claro que novios no, amigos tampoco; ¿amantes? Qué poco me gustaba eso. Pero si quieres a alguien, o al menos estás empezando a sentir algo más fuerte por él, tienes que pensar más en él que en ti. Si necesitaba tiempo, se lo iba a dar, aunque tampoco demasiado: esa situación resultaba muy cómoda para él y totalmente injusta para mí.

Seguimos haciendo nuestras cosas cada vez que teníamos una cama cerca, y mientras estuvimos esos días en mi ciudad, siempre buscaba sentarse muy a mi lado en los lugares a los que íbamos. Pensé que era buena señal.

Pasamos por casa de mis padres para que yo pudiese recoger el vestido que iba a llevar a la representación, y le presenté a mi madre (muy a mi pesar) porque nos tuvo que abrir ella la puerta. De mi padre, que es un buzón de Correos y lo cuenta todo, lo escondí. No quería ser la comidilla de la familia: "¡E anda con un nuevo chico!". No es que me importe lo que digan de mí, pero no quería preguntas, ni ser el centro de atención. Ya se sabe cómo son las familias cotillas. Además, si me preguntaban si tenía novio, ¿qué debía responder? "No, solamente nos acostamos; es que no quiere compromisos". Tampoco quería poner a mi madre en un aprieto, y que tuviese que responder a las preguntas de mi padre cuando Z y yo nos marchásemos, o quizá mentir para protegerme. Así que procuré que mi padre no lo viese, y lo distraje para que se volviese a ir. Z, sin comprender, y bastante sorprendido, me preguntó casi en tono de reproche que por qué no se lo presentaba. Le expliqué a grandes rasgos lo que pasaba, que mi padre era el colmo de la indiscreción, y que basta que le pidas que no cuente algo, para que lo pregone a los cuatro vientos.

Aunque me pareció bien que no tuviese inconveniente en conocer a mi padre. ¿Era bueno eso? ¿Significaba algo? Creí que sí.

La cosa cambió cuando llegamos a su ciudad.

NI FREUD NI TU MAMÁ

Como no puedo escribir todo el rato (o no siempre me apetece) y esto lleva su tiempo, aquí os dejo una canción que le va al pelo a este chaval, y que parece como si la cantase yo, ya que dice muchas de las cosas que siento.

La canción es de Belinda y se titula "Ni Freud ni tu mamá", del disco Utopía.


Por cierto, gracias por las visitas, pues las tengo no sólo desde España, sino también de Venezuela y de Estados Unidos. Ojalá saquéis algo en claro del blog.

MÁS CAMBIOS DE ACTITUD

Cogimos un tren a su ciudad. Ahí ya noté que su actitud cambió un poquito, pero al principio creía que eran imaginaciones mías.

En el tren ya no se sentó a mi lado, como antes acostumbraba a hacer. Así que le pedí que lo hiciera, y lo hizo. Durante el viaje, iba raro, me dio la impresión de que como cabreado o enfurruñado. Estaba serio conmigo, y casi no hablaba. Leímos una revista que compró para el tren, y luego se puso como a dormitar. No quise ponerme pesadita, así que, como a mí también me estaba entrando el sopor, hice lo mismo, pero luego me cambié para los asientos de enfrente para estar más cómoda y poder estirarme.
Llegamos por fin. Bajamos del tren y anduvimos bastante. A mí me costaba caminar, sobre todo porque iba contándole algo a la vez que andaba, tirando de mi trolley y las calles eran muy empinadas. Para colmo, él iba varios pasos por delante de mí. No me gustaba pero nada hablarle a su espalda, y apuraba bastante, como si tuviéramos prisa. Tuve que hacer algunos altos, y a veces nos turnábamos en tirar del trolley. Además, llevábamos la bolsa de sus regalos de cumpleaños con la tarta que todavía no nos habíamos comido.

Fuimos a su casa porque tenía que hacer no sé qué, pero yo preferí esperarle abajo. Que por cierto, tengo un mensaje suyo en el que dice que es de finca con animales, y a mí a donde me llevó fue a un edificio en plena ciudad, con un portal normal. Nada de finca, casa de campo, animalitos... Nada de eso.

En fin, me senté en las escaleras de fuera a esperarle, y al poco bajó. Seguía en ocasiones con esa actitud tan extraña. Estaba más pasota conmigo en su ciudad que en la mía, donde había buscado mi proximidad de todas las formas posibles. Y aquí andaba varios pasos por delante de mí, me tenía que adaptar a su ritmo al caminar, estaba raro, me rehuía un poco... No sé. Pensé que le daban prontos, o que estaría cansado por haber estado un día entero conmigo. Hay que ver con qué chorradas me comía el coco. Pero claro, ¿cómo explicar entonces su cambio de actitud? Yo intentaba no hablarle tanto para no agobiarle, pero no estaba a gusto, no era yo misma. No sabía qué pasaba ni por qué Z estaba así. Pero por no incomodarle, no le pregunté qué sucedía. Esperé a que se le pasara.

Fuimos después al apartamento ese que le habían dejado en la zona vieja de la ciudad. Me preguntó si me gustaba y le dije que estaba bien. Dejé la maleta. Salimos a un restaurante a cenar algo. Él no sé, pero yo me moría de hambre, pues no había merendado, aunque habíamos comido tarde en mi ciudad, en un restaurante chino, en consecuencia por habernos levantado también a deshoras.

Al terminar de cenar, volvimos para el piso y yo fui al baño a lavarme. Él se fue para el salón y se puso con la tele, y a cotillear un poco en las cosas del dueño del piso. Al salir del baño, le dije que si no le importaba, me iba a dormir, que estaba muy cansada. Me miró y dijo que vale, que él iría en un rato.

En la habitación, me puse la ropa de dormir y me acosté. Creo que las sábanas no eran limpias y me dio un poco de cosa, pues no sabía quién o quiénes habían estado antes en esa cama (yo no habría hecho que Z durmiese en unas sábanas usadas por terceros), pero estaba cansada, así que intenté que me dejase de importar y apagué la luz.

Llevaba pocos minutos intentando dormirme, cuando oigo que Z va al cuarto de baño y luego entra en el dormitorio. Se desviste y se acuesta a mi lado. Me abrazó e intentamos dormir.

Me despertó no sé a qué hora para lo que ya os imagináis. Me dio pereza, me hice la remolona. Conseguí seguir durmiendo. No sé cuánto tiempo había pasado, pero volví a ser despertada por él y, aunque seguía muriéndome de sueño, ya no me dejó dormir y me fui desvelando. Ya sabéis lo que pasó después.

Volviendo al tema de su torpeza en la cama, os diré que, además del tema de los besos, que ya comenté que no se le daban muy bien, era brusco besando, solía hacerme daño. También pisaba mucho mi melena con su mano, su brazo..., y claro, yo al intentar cambiar de postura, pues ¡ay! Eso del pelo lo hizo cantidad de veces.

En otro momento, hizo un movimiento con la pierna y me abrió el labio de un rodillazo. Qué romanticismo. Se disculpó, y se volvió a tumbar en penumbra. Yo me quedé sentada, tragando sangre y pensando en varias cosas. El asunto no iba bien. No por la herida. Sino porque había algo que no me cuajaba. Su actitud. Era muy cambiante, tenía unas rarezas y unos puntazos de tres pares de narices... No sé, no sentía que estuviésemos al mismo nivel psicológico.

Con esto no quiero decir que él fuera idiota y yo inteligentísima, no. Quiero decir que le daban mogollón de rafagazos de inmadurez. Puntazos. De repente. No sé cómo explicarlos. Se notaban en sus continuos cambios de humor, en cosas que decía, en detalles que tenía, en ideas que expresaba...

Una de esas opiniones que me flipó, fue cuando hablamos de la asesina de cachorros. Me preguntó por ella y le expliqué que era una tía que tenía unos cachorros recién nacidos metidos en un barreño, y los lanzaba al río mientras se partía de risa, mientras alguien la grababa en vídeo. Le expresé con palabras y mi indignación que repudiaba ese tipo de comportamientos. Él, muy serio y como si la inmadura fuese yo, comentó: "Habría que ver qué razones tenía para hacerlo". ¿Cómo? ¿¿Me engañaban mis oídos?? ¿Pero qué razones puede tener alguien que va lanzando cachorros al río para que se ahoguen, mientras se descojona, a la vez que graban su "hazaña" en vídeo y la cuelgan en Internet? Es como si él me comenta el rechazo que siente viendo una violación colgada en Youtube, y el violador se parte de la risa mientras lo graban violando, y luego lo cuelgan en Internet, y yo le respondo: "Habría que ver qué razones tuvo para hacerlo". ¿¿No pensaría cualquier persona razonable y con dos dedos de frente que a mí me falta un hervor?? Pues eso mismo pensé yo todas las veces que él salía con cosas similares (que no fueron pocas).

En fin. Estando en cama, como os conté, resulté levemente herida y lastimada en diversas ocasiones. No sé si es que le falta práctica, si es que no se da cuenta de cómo no hacer daño a su compañera de "juegos", o si no lo puede evitar, pero lo cierto es que irse a la cama con este chico es un deporte de riesgo. Y que conste que, aunque haya cosas que pueda mejorar, es un tío que es bastante considerado, se aplica, no me pareció que fuera egoísta y que pensase sólo en su propio placer (como sin embargo hacía mi ex), pero es que me dejó hecha polvo entre golpes y tirones de pelo.

A eso hay que sumar que me mordió el pecho y los labios, y cuando vio que me quejaba, me pregunta: "¿No te gusta que te muerdan?". Yo, que no sé si oí bien o qué, le contesto: "¿Cuando te presentan a alguien y le das dos besos, le muerdes? Se te queja y le preguntas si no le gusta que le muerdan. Esa contestación es de juzgado de guardia". Él se echó a reír ante esta respuesta mía, y a mí me contagió la risa. ¡Pero es que es verdad! ¿Dónde se ha visto que a una persona no masoquista ni sádica le tenga que gustar que le muerdan el pecho y los labios?

Cuando ya vamos a ponerle la guinda al pastel, la mete por donde no la tiene que meter. En vez de tocar para encontrar el sitio y meterla después, no. Lo que hace es empujar su parte íntima contra donde él cree que se encuentra el orificio, y como no acierta, sigue empujando aquí y allá. Luego claro, me hace heridas intentando metérmela por donde no hay agujero, y la cama acaba hecha una pena de sangre. Y aún me dice: "A ver si os creéis que vosotras sois las únicas a las que os duele". ¿Y cómo no te va a doler la penetración, alma de Dios, si intentas meter el pinrel donde no hay agujero? ¡Es que lo estás aplastando contra mi cuerpo! ¡Como para no sentir dolor!

Yo os aseguro que si a los hombres les doliera el sexo, no lo practicaban. Y sin embargo ya veis cómo andan. Como locos. Señal de que no les duele.

Lo que pienso es que aún Z debe de pensar que el sexo duele, a causa de la falsa impresión que se llevó por no saberla meter.

Cuando se tiene que poner un condón, además de que yo le saqué de su error explicándole que había que dejar un depósito para el esperma pinzando el mismo con el índice y el pulgar, resulta que no sabe. Vale, si nunca se había puesto uno, lo puedo entender. Y no me importa nada ayudarlo o explicarle cómo se pone.

Pero la segunda vez tampoco sabía, ni la tercera, ni la cuarta. Siempre tenía que acabar poniéndoselo yo. ¿Le hará lo mismo a la siguiente? Y luego dice que lo trato como si él fuera un niño y yo la mamá.

Después, cuando damos por terminado el asunto íntimo, nos levantamos, aseamos y vestimos para irnos a comer, pero nos entretenemos un poco, así que aprovecho para sacar la tarta de la nevera y las cucharillas, y él ya me dice que no la va a probar (esto fue como lo de la cadena de plata que no se pensaba poner). Me dijo que seguro que estaba mala por no habérnosla comido antes.

La huelo: huele bien. La pruebo: sabe bien. Me la empiezo a comer. Nunca me provocaría malestar o dolor de estómago. Estaba buena. Pero a él nadie lo bajaba de la burra: que no la probaba, que no, que no, que no te enfades pero que no la pienso probar porque me va a sentar mal, que no y que no.

Comí hasta que ya no quise más, y como él no iba a comer, la tiré. Otro regalito de cumple bien aprovechado. Como me sobra el dinero... Las velas ya ni las saqué de su envoltorio (y ahora, dos meses después, ahí siguen sin abrir). Tampoco sirvió de nada comprarlas.

Lo único a lo que le dio uso, fue a los bombones, porque comíamos de vez en cuando. Pero con las demás cosas creo que no acerté. Si lo hubiera sabido antes, me lo ahorro, y me lo gasto en mí, porque veía que él no merecía el sacrificio y gasto que yo hice. Que no es por echarlo en cara, pero es que es la verdad. No apreció los regalos e incluso la tarjeta, la tarta y la cadena lo hicieron sentirse incómodo. Mejor no haberle regalado nada. Los bombones, una tarjeta que dijese "Felicidades" y fiesta. Pero está visto que merecer, no se mereció mi esfuerzo y cómo luché por intentar agradarle en su cumpleaños. No estuvo a la altura, como con casi todo lo demás.

Eso sí. También tengo que decir que por el tema de la tarta no paraba de disculparse, pero ¿qué más da? Con una disculpa no se soluciona. ¿Se iba a morir por probar un par de bocados de tarta? ¿Por hacer el paripé con las velas que le había comprado? Respuesta: NO. Mucho: "E, no te lo tomes a mal, que yo lo aprecio, pero no me la como por si está mala". No le valió ver que yo no me moría, ni me daban retortijones, ni que la tarta tenía buen aspecto. No la quiso probar y no la probó. O sea, que la compré para darle yo un par de bocados, pasearla por mi ciudad y la suya, y para tirarla casi entera a la basura. Como estaba tan boyante... Madre mía. Y luego hay gente que se muere en los países tercermundistas porque no tienen ni lo más básico, y él tira tartas porque parece pensar que están envenenadas.
Después nos fuimos a comer. Salimos del piso y anduvimos por la zona vieja. Le cogí de ganchete mientras caminábamos. Murmuró casi sin mover los labios que no éramos novios para que le cogiese así. Flipé. Yo cojo así a mi madre, a mi abuela, a mi tía, a mis amigas... Además, YA SABÍA QUE NO ÉRAMOS NOVIOS, no tenía que decírmelo. Me quedó bien clarito en la escena de la cama. "No quiero compromisos". Tranquilo, que no me he olvidado. Además, que le coja del brazo o que me siente a su lado no quiere decir que vaya a casarme con él... Quiere decir que me gustaba, que me sentía bien con él cuando no hacía el tonto ni se comportaba raro; quiere decir cariño, aprecio, atracción, estar a gusto. Pero consiguió volver a hacerme sentir mal, porque vio maldad donde no la había. Enseguida lo solté. Y sentí en mi interior que él no quería que los demás pudieran pensar que tenía conmigo más que una amistad. ¡¡Pero qué tío tan raroooooooo...!! ¿Qué narices le pasaba por la cabeza? Os juro que no podía entender por qué era así conmigo, por qué siempre que estábamos un poco bien, tenía que estropearlo huyéndome y haciéndome sentir mal.

Me preguntó dónde quería comer y me decidí por el McDonald's. Nos comimos unas hamburguesas y tomamos unos refrescos. Creo que él también se comió una ensalada. No se sentaba a mi lado ya. O si lo hacía, era porque previamente yo se lo pedía. Eso hacía que cada vez me sintiese peor, y que fuese comprobando que era un chico con el que no se podía disfrutar y estar tranquila: era alguien conflictivo y con algún tipo de problema psicológico, o al menos, eso daba a demostrar. Porque alguien normal y sano, no hace esas cosas, ni tiene esos cambios repentinos de humor, ni rehuye a quien previamente convenció de tener algo serio, etc.

Ese detalle de cogerlo del brazo me lo haría más veces. Y otros más parecidos.

Cada vez me sentía peor y me confundía y desconcertaba más.

Por la tarde, desalojamos el piso porque su dueño lo necesitaba y nos fuimos a un hostal. Me llevó hasta el teatro donde se iba a representar la ópera, explicándome el camino que tenía que seguir, la puerta por la que tenía que entrar, y dándome la entrada. Me indicó también que al salir lo esperase en otra puerta por la que salía la gente que había intervenido en la representación. Dijo que iba a pedir a alguien que nos hiciese una foto antes de quitarse el traje con el que actuaría esa noche.

Como Z tenía que preparar cosas relacionadas con ello y había quedado con más gente, anduvimos juntos un trecho hasta que él se fue por un camino y yo por otro, pero antes sacó unas bebidas de una máquina expendedora que había cerca y me dio una Coca-Cola, mientras me volvía a aclarar entre dientes, por si me había quedado alguna duda, de que no éramos novios, sino "amigos con derecho a roce". ¿Qué os parece, queridos lectores? Le dije que ya lo sabía, pero que estaba harta de que siempre tuviera ese tema en la boca.

Se dio cuenta y me pidió disculpas, excusándose: "Era broma". ¿Y pensaba que yo me lo creía? Pero siempre decía lo mismo tras cada una de sus aclaraciones: que era broma. Pero tonta yo no soy. Y esos continuos cambios de parecer en él, me incomodaban sobremanera. Siempre igual: "No somos novios", "Es una broma", "Somos amigos especiales". Claro. Estaba dándome cuenta de que novios no seríamos, pero derechos de novios sí teníamos. Y eso no me gustaba ni un pelo. ¿Me estaría utilizando? Esa idea se empezó a formar en mí poco a poco, a raíz de esos puntazos que le entraban.

Lo peor es que yo no conseguía entender por qué hacía eso. ¿Por qué me dejaba claro hasta dónde iba a llegar conmigo, pero cuando yo decidía poner distancia él casi me suplicaba que no, que quería algo serio conmigo, que se estaba enamorando de mí, que siempre pensaba en mí y deseaba abrazarme por las noches, y demás? ¿Por qué después no sacaba la conversación que teníamos pendiente? ¿Por qué hizo como si nada de lo anterior hubiese pasado, y como si fuese nuestra primera vez juntos, me dijo la segunda vez (tras todo lo hablado) "No quiero compromisos"? ¿Por qué en mi ciudad buscaba conmigo tanto la proximidad, estaba bromista, cariñoso..., y le chocaba que no quisiera presentarle a mi padre? ¿Por qué en su ciudad cambió repentinamente de actitud? ¿Por qué tantas advertencias, ya obsesivas, de que entre él y yo nada más que una amistad con derecho a roce? ¡A pesar de todo lo que había dicho y hecho días atrás! ¿Por qué todo eso ahora, cuando casi ruega para que tengamos algo? Os lo juro: no comprendía nada. Cada vez tenía la cabeza hecha más lío.

En fin. Él se fue por su lado a preparar sus asuntos para la ópera por la noche, y yo me fui paseando hasta el hostal.

Llegué y me puse un pijama de verano, y me tumbé intentando dormir una siesta. Pero no estaba tranquila, porque quería ducharme y lavarme el pelo para la representación, y me tarda mucho en secar. No quería ir como una leona, con el pelo como electrificado. Así que no descansé en todo el tiempo que estuve en cama.

Por si acaso, por si me dormía o me despistaba, puse el despertador del móvil. Hice zapping hasta que encontré un maratón de Bob Esponja, y me vi el capítulo ese en el que Bob desprecia tanto a su caracol, olvidándose incluso de darle de comer, que éste se acaba yendo de su lado (esta situación me suena de algo).

Vi un poco más pero luego me fui a la ducha, me vestí, me maquillé y me fui.

Llegué, busqué mi localidad y me senté en mi asiento. Para entender lo que cantaban tenía que leer los letreros con las traducciones.

No estuvo mal. Pero prefiero el teatro. Una experiencia más. Eso se lo agradezco a Z.

Terminó y fuimos saliendo. Bordeé el edificio hasta llegar cerca de la puerta por donde me dijo que iba a salir. Tardó un poco y hacía frío. Yo tiritaba.

Salió tras un buen rato, vestido ya con su ropa ordinaria, y no había dicho a nadie para que nos hiciese la famosa foto. Un poco extrañada, lo seguí mientras nos íbamos. Le pregunté por qué no habíamos hecho la foto, por qué salía ya con la ropa de siempre, y dijo que se había olvidado.

Anduvimos un buen trecho hasta encontrar algún local abierto a esas horas, donde pudiésemos cenar. Acabamos en un bar que no os diré cómo se llamaba, pero era tan cutre que no hacía honor a su nombre. Pero no culpo a Z. Es que no había otro lugar. Era muy tarde.

Pedimos unos sandwiches, unos refrescos. Charlamos y me enseñó unos documentos. Los necesitaba para el día siguiente, porque tenía un juicio por la mañana contra el falso profesor, al que yo le acompañaría.

Con su sandwich le sirvieron un espárrago, que ambos probamos y sabía agrio. Lo dejamos. Z tenía de nuevo esa actitud tan extraña que a mí me incomodaba tanto, pero hice como si nada para no agobiarle. Aunque decidme: ¿os gustaría estar con una persona a la que, por mucho que te atraiga, siempre le entran como unos prontos muy raros y parece estar enfadado sin que se le haya hecho absolutamente nada? Yo ya estaba empezando a hartarme. Pues como dice Merche en una de sus canciones: "Que el amor está pa' disfrutar". Y yo no estaba disfrutando en absoluto. Me estaba asqueando cada vez más. Porque un mal día lo podemos tener todos, pero no todo el tiempo, todos los días, haciéndoselas pagar silenciosamente con tu mutismo a una persona que está contigo porque le importas. De ese modo, sólo se echa a esa persona del lado de uno. Y era lo que, sin yo todavía saberlo, iba haciendo él conmigo, no sé si consciente o inconscientemente. Pero cada vez me repelía más. Ya no era el Z del principio. Ya no era ese chico que me deslumbró un 6 de Agosto. Era un chico que me hacía sentir rechazo, incomprensión, frustración, confusión, sufrimiento, malestar... Y yo no quería eso. Pero no era aún plenamente consciente de mis propios sentimientos. Sólo sentía que no estaba disfrutando esos días con él.

No digo que siempre fuese así, que siempre estuviese mal a su lado, porque no es verdad. A pesar de todo me gustaba mucho, pensaba que era un mal rato, que aún no se habían establecido unas bases sólidas entre nosotros, que necesitaba tiempo (aunque no entendía por qué, si me habló aquel día por teléfono como me habló, y yo además lo tenía tan claro); sentía inconscientemente que eso no era lo que yo quería. Pero luchaba por él, esperaba que fuese algo puntual, que cambiase su actitud... Y no lo hacía. Tenía momentos más animados, en los que estaba más gracioso, más hablador, incluso a veces un poco cariñoso, pero no era lo que yo quería. No era como antes. Y me sentía muy decepcionada por eso, pero no perdía la esperanza. Aunque ese fin de semana me estaba quemando muchísimo. De ello fui consciente unos días después, cuando me di cuenta de que no quería seguir así. Pero de eso os hablaré en mi siguiente post.

De camino al hostal, él iba varios pasos por delante de mí (como empezaba a ser costumbre) y no recuerdo por qué, pero tuvimos unas palabras. Creo que era porque Z hacía bastante el idiota cuando yo intentaba hablarle en serio (seguro que más de uno conoceréis esa sensación). Acabé callándome para no discutir. Tenía los pies destrozados a causa de los zapatos de tacón.

Llegamos finalmente al hostal. Me aseé en el cuarto de baño y volví a ponerme el pijama de verano. Z entró al baño y yo me acosté e hice zapping desde la cama. Al volver a la habitación, me dijo que en esa postura parecía que estaba muerta (estaba tumbada boca arriba viendo la tele, con las manos cruzadas sobre el pecho). Nos reímos. Él se acostó y le di el mando. Me saqué las lentillas y me dispuse a dormir.

Al poco, decidí quitarme el pijama. Me tapé con la sábana. Él se puso a tontear conmigo a ver si me animaba a tener tema, pero quería que se lo currara un poquito más, y él debió de pensar que no me apetecía, que dijo: "Bueno, veo que no quieres", así que se puso de nuevo en su lado de la cama y siguió zappeando.

Yo me había quitado la almohada porque, como padezco de las cervicales, cuando tengo inflamación la almohada me perjudica. Él la usó para ver la tele pero, cuando la apagó, la quitó diciendo que quería estar a la par conmigo.

Le pedí que me cambiase el sitio y me fui para el otro lado, y él para el mío. Estaba muy cansado tras la representación. Me dijo que le pasase el brazo por debajo de su cuello y lo hice. Se dormía y a ratos despertaba y me decía cosas.

La luz de las farolas entraba por la ventana. Era una habitación sin persiana y yo estaba desvelada. Me quedé un rato mirándole. Se había vuelto a dormir. Sentí mucha ternura y tuve ganas de besarle, pero no quise despertarle.

Abrió los ojos y vio que le estaba mirando. Me dijo algo y se volvió a dormir. Seguí mirándole. Le acaricié el pelo y se despertó, pero volvió a dormir al momento.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que conseguí dormirme yo también.

Más tarde, me desperté y me cambié de postura, dándole la espalda, y seguí durmiendo. La luz y el ruido de la calle me molestaban bastante, me cortaban el rollo.

Nos despertamos antes de que sonase el despertador y estuvimos charlando en cama. Me volvió a cambiar el sitio y volví para el otro lado.

Como no me gusta que me vean desnuda (a causa de cosas que me sucedieron hace años, y amplificado por los complejos corporales), aprovechó cuando estaba pasando para el otro lado por debajo suya, y me lanzó una rápida mirada por debajo de las sábanas.

¿Sabéis que hace tiempo dijo que yo no tenía pezones? Lo que pasa es que no siempre estoy empitonada, y él al tocarme no notaba la diferencia del pezón a la piel normal, sobre todo siempre a oscuras. ¿Cómo no voy a tener pezones? Madre mía, lo que hay que aguantar...

Por la mañana, como yo no quería hacerlo con tanta luz (no me ponía nada la completa claridad sin persianas), nos fuimos al baño. Seguimos probando posturas.

Al final, nos aseamos, recogimos nuestras cosas y nos fuimos.

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